El libro comienza en forma de carta de los solicitantes del
informe al grupo de expertos que deberá realizarlo, en muestra de
agradecimiento por aceptar el encargo. La identidad de los solicitantes es desconocida
pero se sabe que se reservan el derecho de compartir los resultados del informe
con determinados jefes de Estado y otras élites políticas y económicas
mundiales. Del mismo modo, el grupo de expertos firma la carta de entrega del
documento con pseudónimos. A partir de este momento, el libro continúa tomando
la forma del informe y la autora se expresa con la voz del grupo de trabajo y
escribe desde su punto de vista.
Los solicitantes pretenden un ambicioso objetivo: conseguir
un documento que identifique y analice las amenazas que acechan al sistema
capitalista de libre mercado en el siglo XXI, que examine el rumbo de la
economía mundial y sus obstáculos, y que presente medidas y estrategias que
permitan la prevalencia del actual sistema globalizado. De este modo, el informe
se divide en dos partes: una en la que se plantean las amenazas del sistema y
una segunda en la que se proponen una serie de recomendaciones y estrategias a
seguir.
El grupo de expertos se posiciona desde el primer momento
defensor del sistema capitalista del cual se benefician millones de personas y
que garantiza las libertades individuales. También coinciden con los
solicitantes en que el sistema está gravemente amenazado y que es necesario un
gran esfuerzo para que este prevalezca. Las principales amenazas no vienen por
parte de otros posibles sistemas políticos, no son ideológicas ni de cuestión
de fe, muchas de ellas son deficiencias internas. La naturaleza se plantea como
el primer obstáculo. Del desastre ecológico al que nos lleva el hecho de que la
economía de mercado trate a la naturaleza como un sistema independiente, del
cual coger todos los recursos que necesita y al que poder verter todos los
residuos que genera, no podrán librarse ni las grandes empresas trasnacionales.
La economía debe entenderse como un “sistema abierto que actúa dentro de un
sistema cerrado” que es la naturaleza, y cambiar sus formas de entender la
contabilidad y el concepto de crecimiento,
para tener a la naturaleza en cuenta. El grupo de trabajo plantea que ante esta
amenaza, el avance tecnológico tan solo puede ser una ayuda, pero nunca una
solución. Sin embargo las empresas no quieren Estados fuertes que impongan
medidas y normas para evitar el desastre, menos aun quieren la influencia de
organismos internacionales, pero tampoco son capaces de auto regularse para
sostener el sistema del cual se benefician.
La siguiente amenaza es la situación de extrema desigualdad.
Cada vez es una menor parte de la población la que más ingresos gana y una gran
mayoría la que gana cada vez menos. A raíz de esto se plantea que la
distribución de ingresos es importante para que la parte más pobre de la
población siga pudiendo consumir y mantenga la demanda arriba. Si no es así,
mucha gente comenzará a ser excluida del sistema y podrá desencadenarse una
“lucha de clases”. Mientras los
ganadores y perdedores del sistema no convivan en la misma parte del mundo, la
fortuna de unos no se podrá ver como que ha sido arrebatada a la otra parte.
Mantener regiones geográficas ganadoras y perdedoras ayudará a evitar protestas
desestabilizadoras que puedan llegar a ser graves.
Otras amenazas que se plantean son el capitalismo gansteril,
paralelo al sistema legal de mercado y basado en el narcotráfico, el blanqueo
de dinero, el contrabando de armas y la corrupción; y por último la posibilidad
de un gran accidente financiero.
Tras este primer análisis, el informe pasa a evaluar los
mecanismos de control con los que cuenta el sistema económico. El capitalismo
no es un estado natural de la humanidad, y necesita instituciones globales para
protegerlo. La posición del grupo de expertos es que el trabajo de estas
instituciones es insuficiente. El Banco Internacional de Pagos podría servir
para regular los mercados financieros, pero sin embargo los agentes del mercado
inventan instrumentos financieros con más rapidez que la que tiene el banco
para ocuparse de ellos. A su vez, el Banco Mundial y el Fondo Monetario
Internacional sirven para forzar a los países
endeudados a aplicar ajustes estructurales liberalizando la economía,
privatizando empresas, eliminando controles a los mercados internacionales de
modo que continúen pagando los intereses de la deuda, pero es impensable que
frenen una catástrofe económica o que la lleguen a predecir. Cuando los
mercados van mal, encauzan los fondos públicos hacia intereses privados. Dicho
de alguna forma han contribuido a liberalizar la economía de tal forma que han puesto
en cuestión su propia existencia.
Respecto a la Organización de Naciones Unidas, no es
probable que los Estados Miembros concedan poderes reales de regulación a la
Asamblea General y a los órganos especializados. Al margen de UNICEF, los
organismos de la ONU no tienen prácticamente autoridad (es el caso por ejemplo
de la FAO que no tiene poder alguno para controlar la producción y la
distribución de alimentos). En definitiva sirve para que países pequeños tengan
la sensación de que tienen voz en las cuestiones de política internacional.
Bajo la opinión del grupo de expertos la Organización Mundial
del Comercio es la única institución internacional válida. Esto se debe al
papel que ha ejercido a la hora de prohibir prácticas que restrinjan el
comercio, sean estas para mantener estándares de calidad, para proteger la
salud o el medio ambiente. Sea como sea, quienes elaboran el informe creen que
la economía globalizada necesita normas y que estas deben venir de sus
principales agentes que son las empresas transnacionales. Estas empresas se
rigen por el beneficio cortoplacista y llevan a cabo prácticas competitivas
salvajes que un último término perjudican a todos los demás. Poniendo como
ejemplo el sector del petróleo, instan a las empresas a cambiar parte de la
competitividad por una gestión conjunta de la producción, la distribución y los
precios pues comienza a haber demasiadas fábricas para los pocos compradores
solventes que quedan. Parece lógico dejar en manos de las empresas
transnacionales los problemas medioambientales, ya que estos traspasan todas
las fronteras por lo que las grandes empresas tienen mucho que decir. Sin
embargo, resulta difícil que estos gigantes, principales beneficiarios del
sistema, renuncien a sus intereses económicos inmediatos, igual que resulta
improbable que el sector financiero (que mueve cada día en los mercados de
divisas 50 veces el valor de mercado de las transacciones de productos y
servicios no financieros) acepte el régimen fiscal a las transacciones
financieras. La conclusión que se extrae de estos asuntos es que muchas
amenazas derivan de las proezas de la Mano Invisible, y que sin reglas y sin
control, el mercado puede provocar su propia ruina.
A continuación se pasa a hablar sobre el impacto que el ser
humano crea en el planeta y como se puede evaluar. Inicialmente se establece
una ecuación indicadora de la fuerza de los peligros que nos amenazan:
impacto=consumo*tecnología*población (I = C x T x P). Es una idea bastante
intuitiva, el impacto que creamos en el planeta aumenta según consumamos por
persona más productos, alimentos y energía que a su vez generarán más residuos
que el planeta deberá asimilar. Este consumo dependerá de cómo sea el nivel de
tecnología con el cual se desarrolla y a su vez irá multiplicado por el número
de habitantes del planeta. Respecto al consumo, los niveles de consumo de
energía son una forma de medir el nivel de desarrollo de un país (también lo
son por ejemplo los niveles de consumo de carne), y se pone de manifiesto que
hay un gran desequilibro entre el consumo en el Norte y el consumo en el Sur. Pero
ante esta situación el grupo de trabajo advierte que poco se puede hacer, ya
que el consumo no se puede transferir y las restricciones autoimpuestas por los
países desarrollados nunca conseguirán invertir este desequilibrio. Atendiendo
al nivel tecnológico, se podría pensar que la mejora de la tecnología podría
impedir que se produjeran cambios irreversibles en el planeta, pero nunca
pasaría de ser una ayuda, y no una solución real. De hecho ya existe mucha
tecnología alternativa que no se implanta porque los cambios rápidos provocan
reacciones hostiles en los sectores que se puedan ver perjudicados. Por otro
lado la mejora en la eficiencia tecnológica puede revertir en un aumento del
consumo, anulando así su impacto positivo (esto es conocido como Rebound
Effect). Hablar del problema de la población se lleva a cabo en profundidad en
la segunda parte del libro.
Una forma de medir el impacto es la huella ecológica, este método divide la superficie del ecosistema
terrestre entre la población mundial de modo que se determina el territorio con
el cual nos deberíamos arreglar cada persona. El resultado es que a cada
persona le toca 1,5 hectáreas y la realidad es que en los países desarrollados
producimos impacto en muchas más.
Para introducir el problema de la población mundial el grupo
de trabajo hace una reflexión sobre la libertad de reproducción y la libertad
de mercado. Frente a los postulados de Adam Smith de que las decisiones
individuales en el mercado contribuirán en el “interés público”, se da la
situación de que la reproducción por intereses individuales en las sociedades
pobres (donde se tienen hijos por el interés económico de la familia) no
contribuye a la sostenibilidad del planeta, sino que resulta un problema.
Además del impacto medioambiental que el crecimiento demográfico ocasione,
aumentarán las desigualdades, habrá exceso de mano de obra y escasez de
tierras. Según Malthus, la presión que la sobrepoblación ejerce sobre el
planeta se corrige por efectos del hambre u otros fenómenos naturales. En
opinión del grupo de trabajo del Informe Lugano no hay tiempo para que se
produzcan autocorrecciones maltusianas y se debe controlar la libertad de
reproducción. El neoliberalismo global no puede comprender dentro de sí a todos
(7000 millones de personas), y no puede mantenerse y al mismo tiempo tolerar a
miles de personas superfluas, incapaces de participar en el sistema y por lo
tanto frustradas y susceptibles de provocar una implosión cultural.
Al principio de la segunda parte, encaminada a plantear las
soluciones que pedían los solicitantes del informe, se plantean las metas a
perseguir. La principal meta es reducir la población mundial para garantizar el
máximo bienestar al mayor número de personas, y la pregunta es cómo hacerlo.
Tomando como referencia las previsiones de población de la ONU más
desfavorables, que dan una cifra de 8000 millones de personas en 2020, el grupo
de trabajo establece el objetivo de reducir en 20 años la población de 6000
millones a 4000 millones. Para ello se debe invertir la tendencia de crecimiento
y el foco se debe poner en los 81 millones al año que crecían los países pobres
en el año 2000.
Antes de desarrollar las estrategias preventivas y curativas
de reducción de población se establecen los pilares básicos para abordarlas. El
primero de estos pilares es el ideológico-ético. Consiste en que la ideología
establecida se puede cambiar. Se pueden manipular los criterios éticos que
predominan en las sociedades actuales para que estas lleguen a aceptar y
justificar los métodos de reducción de población. En vez de cambiar la
naturaleza del sistema que irremediablemente deja ganadores y excluidos, es más
fácil hacer que esto sea visto con buenos ojos. Para ello será necesario crear
un cuerpo de pensadores, escritores, comunicadores y creadores de opinión que
elaboren ideas para defender el plan del grupo de trabajo, y darles acceso a
medios, espacios y retribuciones adecuadas para hacerlo. El segundo de los
pilares es el pilar económico, constituido por el FMI y el Banco Mundial y su
capacidad de obligar a realizar ajuste estructural en los países endeudados.
Los programas de ajuste pueden tener una influencia directa en la población ya
que los países víctimas de los mismos, están cada vez más endeudados, fomentan
la producción agraria para la exportación y suben los precios por lo que hay
menos acceso a alimentos, hay menos dinero para sanidad, alcantarillado y
recogida de basuras, y todo esto favorece la aparición de enfermedades y reduce
la resistencia de las personas ante las mismas. Además los bajos salarios hacen
imposible el acceso a la atención médica y a los medicamentos. El tercer pilar
es el pilar político, que consiste en crear una estructura política global
reconocida que otorgue autoridad y poder al FMI. El último de los pilares es el
psicológico. Consiste en desarrollar y fomentar la idea de la identidad, hacer
que todos los individuos se sientan parte de un grupo étnico, racial,
religioso, sexual, etc., de manera que dejen de identificarse con una clase
social o con la raza humana. El concepto de ciudadanía debe ser enterrado por
completo. Después de esto hay que elevar las diferencias entre unos y otros
grupos, hacer que tengan sus propios medios de comunicación, hacer que unos se
sientan victimas de otros y de este modo fomentar el odio. La política de la
identidad tiene el objetivo de allanar el camino hacia las guerras civiles,
mantener a los grupos alejados de los verdaderos actores de la escena global
(que pasarán desapercibidos), y hacer de barrera a la solidaridad.
El siguiente capítulo ya trata de presentar los cómos del plan para reducir la
población. Las estrategias son presentadas con analogía a los cuatro jinetes
del apocalipsis. La primera es la conquista, pero diferenciando de la
colonización clásica en que los dominados pueden señalar a sus conquistadores,
comprender sus métodos y rebelarse contra ellos. Esta debe ser indirecta y bajo
el régimen del biopoder, que se ocupa de las poblaciones en lugar de los
individuos. Hay que acoger la idea de la muerte y tratar de impedir aquellas
vidas que nos se puedan adaptar a un mundo competitivo. La guerra es la
siguiente estrategia a seguir. La mayoría de los conflictos armados de los años
noventa han sido guerras civiles en países pobres, a menudo endeudados y con
regímenes semidemocráticos. Para que los gobiernos humanitarios no se
entrometan a evitarlos tiene que parecer que las guerras son entre bárbaros,
debidas a rivalidades raciales y subnacionales. Facilitar el acceso a las armas
a los países del Sur puede ayudar, sin embargo por propia tendencia natural,
los conflictos no parece que vayan a disminuir, ya que ha habido una gran
aumento en el mercado negro de armas y los precios han caído mucho desde el
final de la Guerra Fría. Hay que dejar que todo siga su curso mientras estas
armas se utilicen para matarse entre sí.
El hambre será el siguiente jinete del apocalipsis. Está
relacionado con los demás ya que si los alimentos escasean, se avivarán los
conflictos antes mencionados. Ha habido crisis alimentarias a lo largo de la
historia, pero nunca se han visto afectadas las clases ricas. Pero hoy en día,
si nos preguntamos si es posible dar solución a la crisis alimentaria y
alimentar en el futuro a 8000 ó 12000 millones de personas en el mundo, hay que
preguntarse también si esto puede ser sin ceder
el acceso político y económico a los alimentos y tierras a todos los
países y clases sociales. La tasa de crecimiento de población supera
actualmente la de producción de alimentos y los principales productores de
cereales del mundo tienen poco margen para ampliar la superficie cultivable.
Algunos expertos tienen confianza en que la tecnología, las variedades de la
Revolución Verde, arar nuevas tierras o hacer cosechas dobles y triples sean
posibles soluciones. Pero todo contribuye a disminuir la fertilidad, y al mismo tiempo las tierras que quedan son
de peor calidad, menos accesibles y más caras. Además hay que añadir el problema
de la escasez de agua dulce: está mal repartida entre países, los acuíferos se
están secando, la mayoría del riego es ineficiente y los residuos de
fertilizantes están envenenando muchos suministros de agua potable. A todo esto
hay que añadir que las tierras están concentradas en pocas manos, los pobres no
tienen acceso a las tierras ni pueden competir con las mejoras de la Revolución
Verde, que solo ha beneficiado a los ricos. El grupo de expertos calcula que
siguiendo una dieta con una cuarta parte de procedencia animal, que incorpore
frutas, verduras aceites, cervezas y vinos, el mundo solo puede alimentar a algo
más 3000 millones de personas. Por otro lado, se podría alimentar a toda la
población si se siguiese una dieta básica y los cultivos que se destinan a
piensos no desplazaran a los cultivos de subsistencia.
Las circunstancias descritas son favorables al los objetivos
que pretende el grupo de trabajo, pero se pueden hacer políticas para que sean
de más ayuda. Fomentar el almacenamiento centralizado en los países sin
infraestructura para que se pierdan parte de las cosechas, rechazar la
agricultura campesina de pequeños agricultores, y someter a la agricultura a
las mismas políticas liberales que rigen el resto de la economía son algunas de
estas políticas. El desarrollo de la ingeniería biológica en los países del Sur
también puede ser un aliado ya que esta resultará un peligroso fracaso. Producirá
la tolerancia a los herbicidas exigiéndose mayores dosis que terminen por
reducir la fertilidad y creando súper-bichos resistentes con gran capacidad de
mutación.
Si bien el hambre y la desnutrición no producen muertes
directamente si que producen una debilidad para que actúe mejor el último de
los males: las enfermedades. Las enfermedades afectan a ricos y a pobres, pero
por estadística afectan primero a los más vulnerables. La esperanza de vida es
mayor allí donde hay más ingresos y más educación, y la tasa de mortandad es
más alta entre las clases menos pudientes. De hecho, se puede ver que hay gran
diferencia en las principales causas de muerte entre los países ricos y los
pobres: en los ricos predominan las enfermedades cardiovasculares, mientras que
en los pobres estas están por detrás de las infecciosas y parasitarias (que en
los países desarrollados solo representan un 1% de las muertes). Las
enfermedades transmisibles (Grupo I) son las más interesantes desde el punto de
vista de la reducción de la población, pueden aumentar en las regiones menos
desarrolladas con la contaminación de aguas, la reducción de los servicios
sanitarios, el aumento del consumo de drogas y alcohol y de las prácticas
sexuales inseguras. También las no infecciosas (Grupo II) son influyentes en
los países del Sur y se pueden estimular con el consumo de tabaco por ejemplo.
El grupo de trabajo hace hincapié en que el 11,7% de las muertes en el mundo
están influidas por la desnutrición. Además habría que bloquear las medidas de
baja tecnología de organizaciones de desarrollo como la vacunación infantil y eliminar
el concepto de sanidad como derecho. Con la privatización de la sanidad y del
tratamiento de residuos, estos servicios solo serán para quién pueda pagar sus
costes.
A continuación el grupo de expertos pasa a analizar las
características de las principales enfermedades para utilizar sus
potencialidades como estrategias de reducción de población. La tuberculosis es
muy mortífera (principal causa de muerte en el Tercer Mundo) y selecciona bien
los grupos de poblaciones (bajos ingresos, portadores de VIH, etc.). Está
olvidada, requiere gran inversión para su erradicación, su tratamiento es caro
y el diagnóstico es lento. Todo esto la hace muy valiosa para el objetivo del
Informe Lugano. La segunda causa de muerte en el Tercer Mundo es la malaria,
tiene variantes muy resistentes y hay muy poca disposición de las farmacéuticas
a investigar para zonas afectadas por la pobreza. Pero sobre todas las
enfermedades destaca el SIDA. Esta enfermedad ya ha hecho una labor muy
importante en los países del Sur mientras que cada vez se encuentra menos en el
Norte. La enfermedad sigue creciendo año a año y además se dan condiciones
sociológicas favorables a que siga creciendo. Las posturas religiosas en
materia de sexualidad atacando el uso del preservativo, ayudadas por las
sociedades machistas que se niegan a usarlo, facilitan la expansión de SIDA.
Esta enfermedad además se asocia a grupos sociales rechazados: homosexuales,
drogadictos, prostitutas, personas promiscuas… por lo que puede interpretarse
como que también ayuda a eliminar la “escoria social”.
Para hablar de las estrategias preventivas de reducción de
población el expertos comienzan con una metáfora de dos países (Esterilia y
Fertilia) uno de los cuales invierte en planificación familiar y otro no,
concluyendo que solo el primero de ellos es capaz de mantener la economía de
mercado. La inhibición de la reproducción debe tomar fuerza. Si se lograra
satisfacer la demanda de inhibidores de reproducción a las parejas que
manifiestan deseo de planificar su reproducción, se reduciría de 175 millones
de embarazos al año actuales a 105. Si además se dotara de técnicas de inhibición
a las mujeres del Sur de modo que la tasa de nacimientos fuera la misma que en
el Norte, la cifra de nacimientos pasaría de 133 millones a 66. Estos son datos
importantes.
Pasando a los métodos, el aborto como inhibidor es un
despilfarro y por el coste que supone se podría dotar de auténticos medios
anticonceptivos a muchos hombre y mujeres. Para la mujer, el Informe propone
campañas de ligaduras de tropa gratuitas y uso de anticonceptivos inmunológicos
(aunque puedas ser empleados sin consentimiento), y aunque acepta que el mejor
método es la educación masiva de la mujer, lo ve inviable. Los anticonceptivos
deben ser asequibles, seguros y fiables y se debe llegar a una situación en la
que la mujer tenga conocimiento de las alternativas, medios a su disposición y
poder para decidir sobre su maternidad.
El último capítulo del Informe va destinado a las cuestiones
preocupantes a futuro y que no tienen una solución clara. El primer
rompecabezas es China. China resulta un
gran obstáculo para alcanzar el objetivo de 4000 millones de personas para
2020, ya que su población y su economía crecen muy rápidamente. La mayor
contribución en la reducción de la población china vendrá del desastre
ecológico dentro de sus propias fronteras debido a la industrialización tan
rápida que ha desarrollado. El siguiente problema de difícil solución para el
mundo es la cuestión del agua. Se espera que en el futuro haya guerras por el
agua ya que 80 países donde vive el 40% de la población mundial, viven en
escasez de agua. La posible solución según los redactores del Informe Lugano
pasa por la gestión privada del agua y que esta sea racionalizada según el
precio. Por último, se afirma que la droga debería ser legalizada para que su
comercialización pasara a formar parte del cómputo del PIB mundial, produjera
ingresos mediante impuestos y se evitara la inversión en combatir el tráfico de
narcóticos, ya que resulta en vano.
Una vez concluido el Informe la autora deja ver en el Anexo
su opinión acerca del texto que ella misma ha escrito. Lo primero que hace es
cuestionar las premisas que llevan a las conclusiones del informe. Si estas las
tomamos como verdaderas, no hay muchas conclusiones alternativas. Los que
defienden el orden neoliberal afirman que el crecimiento económico traerá un
día beneficio para todos y que habrá muchos más incluidos que excluidos, que
los mercados se autoregulan y son morales ya que recompensan al que se
esfuerza. Esto para la autora es falso, por lo tanto en el libro se dan muchas
medidas para temas que urgentemente hay que abordar, pero no son las medidas
correctas. Por ejemplo cuando se trata el problema de la población mundial, se
plantea solo en relación a las necesidades del plan neoliberal. Después de
desarmar las premisas, se dan algunas alternativas. Determina que pensar que
los cambios puedan llegar de dar explicaciones a la población, o de persuadir a
quienes tienen el poder de que dejen de oponerse al cambio, es absurdo. La
cuestión debe ser cómo obtener poder y cómo oponerse a quienes han creado el
sistema actual. El cambio de conducta individual no cambiará nada, se necesita
una democracia internacional para cambiar las reglas del juego, se necesita
crear un tejido social que se implique en el cambio. La autora llega a plantear
una globalización alternativa, que no deje de lado la economía a escala local a
la cual tienden algunos sistemas alternativos, pero que reconstruya la economía
de abajo arriba a escala internacional. (Ver Informe Lugano Valoración Personal)
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