Es una realidad que en los últimos años el uso de metales a nivel
mundial ha tenido un crecimiento exponencial, vemos como el precio del
cobre está tan alto que se ha comenzado a robar de cableados para
revenderlo. Y esto es así porque los metales son recursos finitos como
lo son los combustibles fósiles de los que dependemos energéticamente en
un 80%. Pero también hay metales cuyos nombres solo nos suenan de
estudiar la tabla periódica, que son indispensables para las nuevas
tecnologías como smartphones, tablets y ordenadores. Hablo de elementos
como el Neodimio (Nd), el Indio (In), el Vanadio (V), Niobio (Nb) o el
Tántalo (Ta). Se utilizan en muy pequeñas cantidades pero con esta
necesidad de comprar un cacharrito nuevo cada año, añadida al creciente
consumo en los países emergentes como China y a que son reciclables en
porcentajes muy bajos, hace que comiencen a escasear. El problema no es
que nos quedemos sin nuestro preciado móvil inteligente, es que también
se necesitan para el desarrollo de formas de energía que tienen mucho
que decir en el futuro del planeta como son la fotovoltaica, los imanes
permanentes de los aerogeneradores, los sistemas electrónicos de control
para la eficiencia o las formas de almacenamiento energético en fase de
investigación.
La verdad es que ya tengo un móvil de última generación (que ahora ya será de la antepenúltima) que pienso que me facilita mucho la vida. Pero lo que debemos cuestionarnos es cómo es esa vida. El problema es que el ritmo de vida que llevamos es incorrecto, vivimos de tal manera que toda la tecnología que nos rodea se ha convertido en una necesidad (mejor dicho la han convertido). Sin embargo, hace 15 años si querías ver a alguien le llamabas a casa y todo el mundo vivía igual o más feliz que ahora. Pronto no seremos capaces de leer un libro entero sobre el cual reflexionar, por culpa de los cientos de mini-mensajes de texto con lo que nos bombardean cada día. Ya hemos comenzado a cambiar una hora en un banco al aire libre por una hora de conversación por WhatsApp. ¿No te preocupa?
La verdad es que ya tengo un móvil de última generación (que ahora ya será de la antepenúltima) que pienso que me facilita mucho la vida. Pero lo que debemos cuestionarnos es cómo es esa vida. El problema es que el ritmo de vida que llevamos es incorrecto, vivimos de tal manera que toda la tecnología que nos rodea se ha convertido en una necesidad (mejor dicho la han convertido). Sin embargo, hace 15 años si querías ver a alguien le llamabas a casa y todo el mundo vivía igual o más feliz que ahora. Pronto no seremos capaces de leer un libro entero sobre el cual reflexionar, por culpa de los cientos de mini-mensajes de texto con lo que nos bombardean cada día. Ya hemos comenzado a cambiar una hora en un banco al aire libre por una hora de conversación por WhatsApp. ¿No te preocupa?
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