SMART GRIDS, SMART CITIES Y AUTOCONSUMO DE BALANCE NETO

(Conferencia en el Ed. Ada Byron el 11-12-2012 por Mariano Sanz, Director de Innovación en Integración de Recursos Energéticos de CIRCE).
Sacado en claro:
En estos últimos dos meses he asistido a cuatro conferencias sobre energía, sostenibilidad y cambio de modelo energético. Si algo queda constatado entre los investigadores, científicos e ingenieros de este campo, es que en un tiempo futuro no muy lejano se va a desarrollar de manera inevitable una “tercera revolución tecnológica”. Digo inevitable porque a ello nos obliga una inminente crisis energética que acompañará a todas las demás crisis (económica, financiera, alimentaria, política, etc.) y a las que además se suma la problemática, ampliamente aceptada pero no asimilada, del cambio climático.
El actual sistema energético de grandes generadoras en alterna, que venden su energía obtenida en un 60% de combustibles fósiles, a través de una red de distribución débil, síncrona y unidireccional; debe adaptarse al avance de la tecnología en materia de energías renovables, generación distribuida, sistemas y software de control, de eficiencia, de nuevos materiales y formas de almacenamiento energético que abren un nuevo universo de posibilidades. Todo esto está desarrollándose ya. Por ejemplo, el coche eléctrico como elemento impulsor de una forma nueva de administrar la energía llevando el almacenamiento a los hogares debería haber irrumpido ya hace tiempo. El estudio de la cuántica y la nanotecnología en la ingeniería, el desarrollo de materiales como el grafeno, (que supuso el Premio Nobel de Física de 2010 para Andre Geim y a Konstantin Novoselov) que trae consigo la sustitución y mejora de materias primas esenciales que comienzan a escasear, pueden cambian todas las perspectivas contempladas hasta la fecha.
Y sin embargo, se sigue dejando en manos privadas la puesta en marcha de esta revolución posiblemente ya demorada por el sistema que nos gobierna. En mi opinión, si se quiere que este cambio se haga a tiempo y en unas condiciones que aseguren su justa implantación, debe ser impulsado y organizado desde lo público. Solo así se hará restando fuerza al fin lucrativo del sector empresarial privado, y pensando más en la calidad de vida del planeta y de sus gentes, en servicio de la eficiencia y del problema del cambio climático. Y digo más, si la izquierda quiere ganar credibilidad a futuro debe ponerse a la cabeza de la defensa de este impulso ya que un nuevo modelo energético de autoconsumo, de llamados “prosumidores”, donde las personas sean a la vez productores y consumidores de su propia energía, con Smart Cities cuyo objetivo sea la eficiencia y la sostenibilidad, equivale a acercarnos a la redistribución de recursos, al equilibro de las inmensas desigualdades económicas, al ecologismo, a la justicia tantas veces reclamada. Solo hay que tener mínimamente presente cómo opera el capitalismo asesino, el libre mercado, tomando como único motor el crecimiento económico para obetener beneficio no repartido de la sobreexplotación tanto de personas como del planeta, para darse cuenta que hasta que éste no tenga bien exprimido el actual modelo, controlado por unos pocos, no cederá ni un milímetro. Y por este mismo motivo hemos llegado a dónde nos encontramos. La lógica del máximo beneficio no sabe de progreso y justicia social, no entiende de necesidad de cambio hasta que no sea el nuevo modelo a implantar el que quede una vez más a sus pies para poder perpetuarse. Y en esas estamos, envueltos en relaciones de poder, lobbies que presionan desde todos los sectores, ocultación y manipulación de información, control de la política por los mercados, control de la financiación, etc.
Financiación, gran problema. Si existiera una banca pública con peso, se podrían canalizara los ahorros de los ciudadanos, no en inversiones rentables como el armamento o la especulación inmobiliaria, si no en una inversión de futuro como la que se está planteado. Estaríamos hablando de cooperación por el bien común, no de competitividad. Y es que es tan apasionante el camino que la ciencia y la tecnología tiene por recorrer, que poco importan a los científicos e investigadores los sueldos con los que seduce el sector privado. Tan solo se necesita a profesores y alumnos trabajando juntos, aprendiendo, creando, enseñando, innovando en el seno de una universidad pública que sea el motor por excelencia de la sociedad, y que este dotada de los medios necesarios para seguir avanzando. Además los campos de conocimiento que intervienen son muchos: ingenieros eléctricos para las Smart Grids (redes inteligentes), de procesos para la eficiencia, informáticos para los software de control, electrónicos y de telecomunicaciones para la aparamenta y la gestión de información, físicos en el campo de la cuántica y la nano ciencia, químicos con los nuevos materiales y un largo etcétera.
Para terminar no debemos olvidar el objeto del cambio. No se trata de un cambio tecnológico con el fin de mejorar la calidad de vida de personas-individuos de zonas de mundo desarrollado. Por mucho que las Smart Cities* suene a tener todo informatizado, al alcance de una aplicación de Smartphone, y que den pie a pensar en estética futurista, puede que en realidad estemos hablando de una vuelta del ser humano al contacto con la Naturaleza, de la que tanto nos hemos alejado, a través de un camino que evite el colapso y el caos que acarrearán las consecuencias del calentamiento global.

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